* Povero Rigoletto! - BAL - Teatro Avenida

De paseo por Baires, me doy con que un día antes de mi llegada habían estado Gheorghiu y Alagna en el Colón! Por suerte, para aplacar mi bronca de habérmelos perdido (sobre todo a Robertino), me encuentro con un Rigoletto llevado adelante por Buenos Aires Lírica. Mirá vos qué cosas, 10 años después de ver mi primer Rigoletto en el Colón. Va la crítica a la segunda función.

Saluda Veloz, el Avenida lo ovaciona con justicia.

El Teatro Avenida es un lindo Teatro, muy bien cuidado, de un tamaño intermedio entre el Teatro Real y el Libertador, con un foso pequeñito, y buena acústica.

Lo que más me llamaba la atención de ir a ver este Rigoletto, era justamente la persona que hacía ese rol: Fabián Veloz. Había escuchado algunas grabaciones disponibles en Youtube, leído varias críticas, y todo apuntaba a un barítono de fuste. Y de esa manera, fue: una voz robusta de un color que recuerda a los barítonos del siglo pasado, potente, sin fisuras en todo el registro recorrido, expresiva. Un instrumento privilegiado. Y Veloz, un cantante que presta atención un poco más al canto que al libreto (la música o la palabra, he allí la cuestión), lo cual hace que suene muy bien, pero se coma algunas sílabas del libreto. Desenvuelto en escena, apoyado en un excelente vestuario y maquillaje, logra componer un muy buen Rigoletto, logrando el momento de mayor dramatismo en el Cortigiani. Brillante, para ir a escucharlo siempre que haya oportunidad, ya que seguirá ganando en experiencia para darle mayor profundidad a los personajes.

Gilda fue interpretada por Ivanna Speranza, a quien tuve la oportunidad de escucharla hace muchos años (como 7 u 8) en un concierto en el Real, me acuerdo que me lo encontré a Guillermo Gonzalez, y había cantado fragmentos de Lucia di Lammermoor. Dueña de una linda voz, que corre bien por la sala y no apuñala al oído, sin embargo no me resulta tan eficaz en este rol, en el que no se lucía en las coloraturas, las que resolvía de una manera muy suya, esperando casi siempre el agudo final, donde en un momento sonó gritado (no recuerdo exactamente cual, creo que fue en el dúo con Rigoletto "Si, vendetta", bien en los demás. Buena actriz, fue muy aplaudida.

Angelo Scardina anunciaba desde su primer intervención un inminente desastre. Con un registro desparejo, que cambiaba de color constantemente, agudos forzados, daba la impresión de que se cansaría muy rápidamente... o no. Lamentablemente, ya al empezar con "Ella mi fù rapita", se notaron signos de fatiga, gallos, la voz que raspaba... Después de irse al mazo en el agudo final del "Possente amor mi chiama" (algo obvio por cómo venía... aunque uno siempre espera que se la jueguen), sin recibir siquiera un aplauso del exigente público del Avenida en ninguna de estas intervenciones (recordemos que aplaudieron a Gilda cuando aún restaba que diera su "caro nome dell mio cor" final del "Gualtier Maldé", lo que provocó un poco la bronca de Carlos Vieu quien al finalizar la parte, indicó al público que ya sí podía aplaudir*), fue reemplazo por Fermín Prieto, quien después de Scardina, fue un descanso momentáneo para los oídos, ya que después no resultó tan bueno escuchar ese vibrato lento, de una voz que se empuja y empuja, aunque se lo aplaude por haber tenido que salir a bailar con la más fea.

Párrafo aparte le dedico al Sparafucile de Walter Schwarz, quien completó una muy buena labor, tanto actoral como vocal, alcanzando esas notas graves de ultratumba que le tocan en la obra. Bravo.

Los demás personajes, muy bien logrados.

En una crítica (ver aquí) leí que aplaudían la regie de André Heller Lopes, la que me pareció sin muchas luces, sostenida por el vistoso vestuario. La bacanal del comienzo fue tan atrevida como una reunión de niños de diez en la casa de mi abuela (que en paz descanse). Los demás actos sucedieron sin mucha sorpresa, apoyados en la buena tarea actoral de los cantantes. Y el final... por dios... Que en el diario La Nación digan que fue "una buena idea teatral" hacer que Gilda cantara como espíritu, mientras Rigoletto sostenía una bolsa con un maniquí dentro, me hace querer afiliarme a la Cámpora y combatir a la Corpo... 

Puede llegar a ser una buena idea, siempre que se piense que un padre no va a abrir la bolsa para asegurarse de que no sea su hija la que está adentro, que no se ponga a Gilda cantar como actriz de los años treinta mirando a una luz que la ilumina sólo a ella, si la bolsa no pareciera tener dentro un muñeco Crash Dummies... y si pensamos que eso es más dramático que hacer aparecer de una bolsa a una niña moribunda, que muere en los brazos de su padre. 

A propósito ¿qué necesidad había de hacer que Rigoletto se suicide? Povero Rigoletto!

Aplausos para BAL por el esfuerzo de tener una temporada operística más interesante que la del Teatro del Libertador.

Saludos.

* Siempre he pensado que en una ópera uno puede aplaudir cuando quiere, corriendo el riesgo de ser chistado, o quedar como un perfecto ignorante.