lunes, 25 de febrero de 2008

* Marcelo Álvarez en el Orfeo Superdomo - Agosto 2007

Bueno, el día miércoles 29 se presentó en Córdoba Marcelo Álvarez, junto a la Orquesta Sinfónica y el Coro Polifónico, la soprano Natasha Tupin y el Maestro Fernando Álvarez.

Marcelo Álvarez sigue en su plan de aumentar su repertorio y avanzar sobre títulos para tenor spinto, títulos de los que ya ha ido incorporando Trovatore, Ballo, Tosca, Carmen...

En esta ocasión, se presentaba en el Orfeo Superdomo, un estadio cubierto (o un galpón, si se lo mira del punto de vista de las condiciones para albergar un espectáculo lírico) con capacidad para 7500 personas aproximadamente, de las que se habilitaron y ocuparon 3500 butacas.

Al ser realizado en un ámbito como éste, se debió recurrir a la amplificación: con un volumen fortísimo, se puso en un primerísimo primer plano a la voz y en un cuarto plano a la orquesta, que se dejaba escuchar por momentos sobre todo cuando no cantaba ni el tenor ni la soprano. Ahh! Había eco!! El sonido te tiraba para trás y el eco te llevaba hacia adelante. Una amplificación así amplifica (claro, por eso le llaman amplificación, jeje) sobre todas las cosas los defectos, que por ahí en un teatro se pasan por alto, por ser cubiertos por la orquesta o por “no escucharse más allá del cuello de la camisa” como le robo la frase a Alcaide (miembro del Foro de HispaÓpera). Pero se eligió hacerlo así, así que ésta es mi crítica.

Hizo (“hizo”, es un decir) la presentación Rony Vargas, un locutor de radio que trató de hilvanar algunas palabras sin ton ni son, dejando relucir su completa ignorancia acerca de lo que hace Marcelo Álvarez y del contenido del programa. Recuerdo vívidamente que leía el programa repasando lo que se iba a cantar y en un momento, luego de leer con voz normal “Me llaman la primorosa...” levanta la voz y dice “... de EL BARBERO DE SEVILLA!!!”, seguramente creyendo que hablaba del Barbero de Rossini, y no del de Gimenez y Nieto...
A propósito del programa, dos hojitas con lo que se iba a cantar y nada más, por dios, hasta en el Real te dan mejores programas!!! Encima con errores!!!

El Coro Polifónico cantó sus Va pensiero y coros de matadores y gitanas de siempre, sumó el Coro de los Enamorados de Francisquita, además de su participación en Te quiero y Nessun dorma. Muy bien.

Fernando Álvarez (que NO ES HERMANO NI PARIENTE de Marcelo, como se dice en el diario La Voz y en la tv) dirigió bien, histriónico, pendiente de las voces, sin mucho tiempo para ensayar según uno se entera.

Natasha Tupin fue una ametralladora: “Una coloratura y agudos prodigiosos” dice Giordano en su crítica en La Voz y estoy de acuerdo.

Si bien he de decir que noté mucho de ese vibrato fuera de control de años atrás en el bis con Marcelo Álvarez, el Brindis de La Traviata, en todo lo demás fue desenvuelta, segura, impecable. Como dato, Giordano nos recuerda que las dos primeras ovaciones de la noche se las llevó ella... y Marcelo ya había cantado el aria de la flor y el e lucevan!!!

Ahora vamos a Marcelo Álvarez : de él puedo decir que siempre que ha venido a Córdoba ha tirado toda la carne en el asador como decimos por acá, no se guarda nada y canta con un fuego y pasión desbordantes, además de hacer comentarios provincianos del tipo: cuando le pedían que cantara O sole mio y no sé cuántas más dijo, riéndo “Ehhh, que esto no es karaoke!!!”. Esta vez no fue la excepción. Un tipo que te cae bien, qué le vachaché.

Comenzó con el Aria de la Flor, una interpretación fogosa, en la que se nota que su voz está más gordita, y si hay que ponerle un pero es que al final sube al agudo final rápidamente, sin expandirse en la escala ascendente, como uno está acostumbrado.

En general, a los agudos de mitad de aria o fragmento los tocaba y se iba, dando sólo al terminar un sacudón agudo potente timbrado... ¿y efectista?

Luego vino el E lucevan y uno está requete acostumbrado (¿mal acostumbrado? ustedes dirán) a que cuando llega el “disciogliea dai veli”, el tenor se atreva a un diminuendo filando y saboreando la frase. Aquí no. Todo forte, con brío.

El Nessun dorma fue el momento “operístico” más alto: bien timbrado, con fuerza, empuje.

Siguió con la jota “Te quiero” del trust de los tenorios, muy bien desenvuelta, otro punto alto.

En “La roca fría del calvario” se empezó a sentir el resultado de tanto empuje y desborde (¿demasiado pronto?): muchas frases resultaban habladas más que cantadas, y se le notaba que había cansancio en la voz.

Luego el “No puede ser”, con alguna que otra flemita, con un cansancio más marcado, pero entregando todo, con potencia.

Más adelante, un “Júrame” que les juro que era increíble lo mal que lo cantó. Al parecer no lo tenía preparado y lo iba leyendo a la par que cantaba. Resultado: un desastre. Fuera de tono a veces, hablando otras, sin ritmo.

Granada fue la última de las programadas: un cansancio más que notorio, leyendo también con lo que pasaba lo ya dicho, haciendo el esfuerzo final en la última frase, dando (otra vez) un bonito, potente, y bien timbrado agudo. Golpe de efecto, consecuencia: ovación.

“Bonus track”: el Brindis de la traviata, rapidito y cansado, animando al público a palmear. Reemplazando el Core n´grato preanunciado en el diario...

Funiculi, funiculá; también cansado.

Después de un rato de ir y venir, saludo, ovación, y hago que me voy, volvió para cantar el Non ti scordar di me: hermoso, sensible, pero con los signos del cansancio (y de cantarla con tanto sentimiento que se me piantaba un lagrimón). Al apianar el “parti” del “senza un addio parti”, un gallito le jugó una mala pasada, pero se recuperó y redondeó una excelente intervención.

Lamentablemente la gente le pedía más y Marcelo salió a complacer, cantando otra vez el funiculi funicula, tratando de que participe la platea que no participó (Nota: en Argentina, nadie, en ninguna platea, sea de fútbol, básquet, ópera, teatro, o lo que sea, participa jamás, es inútil intentarlo), terminando con un agudo cansino, dado a las apuradas, feeeeeeeo.

Y allí terminó.

Repito que no estoy de acuerdo con este tipo de espectáculos, sobre todo en una ciudad donde se tiene el Teatro del Libertador y los recursos como para hacer una ópera. Bien los brillantes directivos podrían haber puesto a disposición de Álvarez todos los recursos con que se cuentan para hacer lo que él quisiera (“¿Quiere debutar Otello? ¿Y que el Da haga de Desdémona? Con todo gusto!!!” tendrían que haber dicho los directivos del teatro y de cultura de la provincia), lamentablemente, no se hizo.

Como vengo diciendo: Ópera es ópera en el Teatro, sobre todo si es completa. Estos eventos no popularizan la ópera, popularizan la técnica del canto lírico, para que la gente luego consuma Il Divo, Paul Potts, Andrea Bocelli, etc.

Bueno, esto es todo lo que recuerdo, saludos,


PD: Aclaro que estoy chocho de que haya venido a Córdoba uno de los mejores tenores del momento si no el mejor a pesar de lo antedicho, y que deseo que vuelva (al teatro!!!!), que siempre habrá gente como yo que paguen una entrada al precio que sea.

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